¿El coach nace o se hace?: apertura, liderazgo y valores en la interacción
En una de mis conferencias con estudiantes de máster donde hablaba del líder coach y sobre el beneficio que puede tener en las organizaciones, una alumna levantó la mano e hizo una pregunta: “el coach nace o se hace?”. Sin dudarlo, le pregunté qué es lo que pensaba ella y lanzó una sonrisa. Comentó que un coach es un buen líder. Le pregunté: “¿y qué es para ti un buen líder?” y contestó que no lo sabía con precisión pero que tenía claro que si uno no tiene la capacidad de liderarse a sí mismo difícilmente puede liderar equipos. Volví con una nueva pregunta: “¿y qué tiene que tener una persona que se lidera a sí misma?”
Sin duda, todos somos responsables de dirigir y gobernar nuestra vida pero en muchas ocasiones, especialmente en nuestro entorno laboral, la falta de información y orientación nos lleva a desarrollar una carrera profesional muy por debajo de nuestro talento.
Las causas por las que que no desarrollemos de manera adecuada todo nuestro potencial pueden ser: falta de autoconocimiento -potencialidades y debilidades-; jefes que no brindan oportunidades de desarrollo; ocupación de puestos para los que aún no estamos preparados o en los que no tenemos el suficiente acompañamiento; falta de autorreflexión, de planificación de nuestra carrera profesional y de una estrategia encaminada a la consecución de los objetivos que nos lleven a lo que queremos ser, etc.
El coaching se basa en un proceso de aprendizaje, de entrenamiento personalizado y confidencial que cubre el vacío entre lo que una persona es y lo que desearía ser. A través del coaching se establece una relación facilitadora con la orientación de un coach de manera que el coachee establece un diálogo interior que le motiva, inspira y le ayuda a crecer no sólo profesionalmente sino también personalmente. En este sentido, se le empodera para que aprenda y tome las decisiones por sí mismo, por lo que no recibe las instrucciones o soluciones del coach, éste es sólo un facilitador con el que llegará a trabajar a través de la realización de un plan de acción. En este sentido, se establece un entorno en el que ambos trabajan con la misma intensidad, orientada hacia la mejora a través del diseño de las preguntas más adecuadas para que el coachee active la conciencia de posibilidades, alternativas y estrategias para la consecución de su objetivo.
Como diría Sócrates: Yo no puedo enseñarles nada; sólo ayudarles a buscar el conocimiento dentro de ustedes mismos, lo cual es mejor que traspasarles mi propia sabiduría.
Tal y como plateamos en el Postgrado en Coaching en el ámbito socioeducativo que llevamos a cabo en nuestra facultad, el proceso de coaching potencia la independencia del coachee, la responsabilidad, el compromiso y puede producir cambios que puedan derivar en nuevos valores y creencias, nuevas herramientas de trabajo, en una adquisición de competencias y de nuevas conductas o actitudes que elevarán el grado de satisfacción y autoestima de la persona.
La metodología es variada y siempre está orientada a la realidad del coachee por lo que se realizan tareas de: evaluación, diagnóstico, entrenamiento, aplicación, feedback y, finalmente, interiorización para garantizar el cambio deseado por la persona; de manera que llegue a desarrollar tanto su potencial que puede estar aún sin explotar, como a identificar nuevos horizontes.
Retomando la pregunta que me hizo aquella estudiante: “¿El coach nace o se hace?”, diríamos que se hace siempre y cuando esté comprometido a llevar sus competencias al máximo nivel de excelencia: empatía, asertividad, innovación, autocontrol, flexibilidad, liderazgo, comunicación y creatividad, viviendo e incluso forzando experiencias que pongan en juego las debilidades de ese perfil.
Cuando hablamos de organizaciones, el rol del líder coach destacaría por: identificar y desarrollar el potencial de los colaboradores; ser un agente de cambio; tener la capacidad de motivar a su equipo, de fijarle objetivos, metas y visiones que rompan la zona de confort de sus colaboradores y subordinados para crecer; de ofrecer feedback y apoyo; de escuchar de forma activa y empática; de buscar el éxito, creer en las personas y focalizarse en sus posibilidades; de implicarse en desarrollar la carrera profesional de sus subordinados y, en definitiva, de seguir trabajándose para ser mejor persona y establecer entornos de confianza y seguridad.
Trabajar desde el liderazgo, el autoconocimiento, la consecución de metas, las competencias comunicativas y emocionales, la gestión del estrés a través de técnicas como el mindfulness y la potenciación del pensamiento creativo, engloba nuestra propuesta formativa en el Postgrado en Coaching en el ámbito socioeducativo en el que hemos puesto nuestro empeño y entusiasmo para formar personas del ámbito social y educativo que quieran desarrollar su talento y el de su organización.
Como diría Henry Ford: “si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes también”.
Y para finalizar, yo lanzo una pregunta: “¿Crees que puedes?”
Genoveva Rosa
Experta en competencia comunicativa, dirección de equipos y tecnología educativa.
Actualmente Vicedecana de Grados en la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés (Universidad Ramón Llull) y Directora del Postgrado Experto en coaching en el ámbito socioeducativo. Miembro del Grupo de Investigación GIAS de la URL.